miércoles, 4 de noviembre de 2009

el libro del amanecer


Amaneció. Eran cuatro. Y sus frentes rebozaban la marca incandescente. Sus manos partían el mundo en cuatro distancias. Mientras subían. Eran el rìo que reìa. El viento que volaba. Eran humanos.

Sus dientes cambiaron. Su llama dejó de soñar y se hizo oro y pan. Oro y pan, pensaron, ahí arriba, para los hombres. Y tiraron sus dientes al precipicio. Para mostrarles que no había miedo que temer. No había.

Sus pies eran de agua y dijeron. Debemos volver. Para mostrar el resplandor de la piedra. Debían, cantando. Retroceder. O seguir. O cabalgar flotando de regreso a casa

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