sábado, 27 de agosto de 2011





Escribiremos juntos este libro y entonces, solo
entonces, los planetas se alinearán con nuestros
sistemas vertebrales, nuestra garganta exhalará
el más hermoso perfume y nuestros tobillos se
enraizarán al centro de la tierra en la
levitación final.


Si el discipulo muerde lo real el maestro
es alimento de los dioses. El amante es
la carne del amor. La bruja el espejo de dios.

jueves, 18 de agosto de 2011


Nosotros, los 12 discípulos del misterio,
escribimos este libro en tu ausencia. Ven,
necesitamos de tu escritura, creación de
tu mente. Mantra sobre este papel de tierra.
Ven, escritor y brujo. Precisamos de tus
ojos entre las letras. No ves lo que estamos
creando? No quieres acaso tu también el
nacimiento del Nuevo Hijo? Ven. Las palabras
ya no alcanzan para escribir la Historia del
Mundo. Las manos del séptimo vidente están
intactas y sobre la mesa en la que hemos
comido, jugado y hecho el amor. Los trece.
Estamos sedientos de él. Lo contemplamos.
Ven a nacer discípulo y vidente del Próximo
Calendario. Allí no habrá horas ni meses.
Solo lunas y siembras. Allí no habrá el
tiempo para sumergirse en la añoranza.
Allí solo habrá el cuerpo prolongado. Un
ADN gigante. Una luz impronunciable.

miércoles, 17 de agosto de 2011


Para aprender a morir tuve que dejar
mis ventanas abiertas hasta que la
fotosíntesis de mis plantas me
transportaron más allá de las calles,
más allá de los adoquines de la plaza
zabala, más allá de los árboles, del
muelle y me dejaron levitando, como
una aprendiz, sobre el río de la plata.

sábado, 6 de agosto de 2011

La venganza es el mapa de una tierra
que ya no puedo ver. La esperanza que
tengo en mi corazón a veces pierde pie
en este océano Atlant. No tengo tesoros
que recoger. Los hijos prometidos no
llegarán al encuentro. Soy un hombre
que ha visto el agua tragar las
embarcaciones del Enemigo. Antes de
morir lo he visto mirarme fijamente.
Me ha dicho con los ojos lo que toda
la vida he intentado volver a recibir
de este mundo extraño. En este animal
enfermo que no se salta los eclipses
ni los equinoccios porque sabe que se
le caerá la piel, el pelo y los dientes
y volverá a sangrar savia. Pero no yo.
No este hombre moribundo acostado al
costado de la vía láctea. Hoy la
contemplo como si fuera un amante
que me ha olvidado.
Para ahogar este mal debo robar el logo
de siete corporaciones y quemarlos
durante siete noches en la plaza zabala.