martes, 18 de octubre de 2011

Un borde en el precipicio. Mi cuerpo no
comprende la sustancia de este tiempo. Y
sin embargo intenta ingresar un pie, una
mano, un medio rostro bajo el manantial
furioso de noches e historias. He olvidado
los nombres de los seres que he amado porque
sus ojos se metieron bajo mis uñas y entre
mis pechos. Están todos aquí. Amándome. Y
viéndome partir. Camino entre el silencio
de un cielo que está por nacer. Aveces me
detengo en sus pulmones gigantes y los
contemplo. Como a una ensoñación. Estoy en
una frontera que no puedo explicar. Pero
que busco. La busco más que a mi amante.
La busco más que a mi alimento. Tiene un
tatuaje expandiéndose por toda superficie.
Sé que me ha estado esperando. Me devora
con una lentitud de sombras. Siento sus
manos en mi espalda. Siento sus lenguas
en mi cráneo. No debo voltear. Debo
ingresar en su vientre mientras salto de
esta habitación hacia la nada.

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