jueves, 26 de abril de 2012

Sobre Bagrejaponés, escribe ENRIQUE WINTER

Una graciosa coincidencia me hizo leer Bagrajaponés en paralelo con Arte Poética de Horacio, en versión de un amigo que visité el sábado. Graciosa por cuanto Bagrejaponés desobedece cada una de las premisas del latino. Y ese ya es un mérito. Un libro ruidoso como la época, que sitúa el conflicto sobre qué hacer con ella: si cantarla como cuando es gloriosa -las vanguardias con el avance del socialismo, p. ej.- o golpearla por oposición, buscando los instersticios de humanidad posible. Bagrejaponés opta por cantar en la misma frecuencia que la mucha información disponible. Allí está uno de sus riesgos: varias de sus páginas son sólo música sin oyentes por destino; aunque entiendo el gesto (Celan, Lezama). La escritura total a la Verástegui funciona sí, vela y punza interés. Opera en un espacio distinto y distante de la comunicabilidad, por eso cuando vuelve a ella, aunque sea para comunicar la desorientación, convoca.

Bagrejaponés no camina de espaldas al camino del abecedario, sino desde y por él. Tal vez de espaldas a lo que le sucede a las personas, pero hacia ellas. Es como la metáfora de los aymaras que caminan hacia el futuro, pero de espaldas, de modo que siempre miran su pasado. Bagrejaponés tiene conciencia del material que usa. Y del carácter profético y totalitario de nuestro continente. Y celebro también que esa conciencia sea una tachadura al autor, a la firma. La voz colectiva como liberación del abecedario, cuando se le deje de mirar, para hacerlo con la condición humana de la opacidad del lenguaje. Sobrepasar el carácter mimético de la poesía tradicional es un ambicioso objetivo que se puede encontrar en los ojos del otro, no como ojos sino como otro lenguaje para encontrarnos.

Enrique Winter

2 comentarios:

jP dijo...

BUENÍSIMOOO!! ARRIBA Y ARRIBA OLGUI! BESOTE. ALBERT.

olga leiva dijo...

hee je loquito. un abrazo grande!!!! gracias. arriba pa vos tambien!!!!